Evangelio
Cambio verdadero
¿Qué tan difícil es el verdadero cambio moral?
El cínico cree que un cambio duradero es imposible. Si una celebridad confiesa arrepentimiento, el no creyente murmura, “Es solamente una publicidad más.” Si un político trabaja por el bien de su distrito, el murmurador declara, “es un político pretencioso.” La condición humana limita el cambio real. La naturaleza humana favorece el lado oscuro. El pecador pecará siempre. Pero ¿son los cínicos realistas, o meramente engreídos? Están tan absortos diseccionando las frustraciones y confusiones de la humanidad que fallan en ver el poder de lo divino? ¿Será que el orgullo de sus juicios empaña su fe? Jesús retó a los líderes Judíos con estos asuntos en una simple frase. ¿Quién hizo la voluntad del Padre?
Jesús era lo que hoy llamaríamos un simple laico. Respetaba a los sacerdotes de Dios y a los sumos sacerdotes. Pero aquí les demuestra que si quieren pedir cuentas, deben estar listos para dar una respuesta sobre las cosas de Dios cuando el pueblo se lo solicite. Jesús muestra cuán difícil es convertirse para un sacerdote o maestro. Ya fueran maestros o teólogos ¿podían seguir los movimientos populares y acompañar la peregrinación al desierto? ¿Se sentirían aludidos por la predicación de Juan y estarían dispuestos a desvestirse para ser bautizados en el Jordán?
21:28-32 Estos pasajes han visto una corrupción textual, porque hay tres diferentes formas de la parábola.
A. En algunos manuscritos antiguos, la respuesta a la pregunta ¿“Cuál de los dos hizo la voluntad del Padre”?, la respuesta es “el segundo,” el hijo que estaba de acuerdo, aunque perezoso.
B. En otros manuscritos, la posición de los dos hijos cambia, donde el primero dice “Si” y no hace nada, mientras el Segundo es el rebelde, pero arrepentido.
C. El tercer set de manuscritos está reflejado en la historia. La lógica de B o C se parecen aparentemente a la gente moderna. ¿Cuál es la lógica de A?
21, 28-30: Para nosotros, la historia de los dos hijos presenta una escogencia simple. Los resultados son más importantes que las apariencias. La respuesta del Segundo hijo era la mejor respuesta, él fue honesto con lo que dijo, aunque, cedió y obedeció a su padre. El primero de los hijos mintió para salvarse, sus motivos eran dudosos. El Segundo era moral, el primero no lo era.
Pero, para la audiencia de Jesús la escogencia no era fácil. La cultura de los tiempos de Jesús ponía más énfasis en la reputación que en lo que se hacía. Su foco no era sobre el carácter moral de los hijos pero sobre el honor al Padre. En la atmósfera de la pequeña comunidad en Palestina, cada quien conocía lo que cada uno de los demás hacía. Las decisiones de los hijos pronto se hacían públicas por medio de los rumores de las redes de información. La negación del segundo hijo avergonzaba al padre mientras que la mentira del primero, al menos, mostraba deferencias con la posición del padre. El segundo hijo deshonraba la reputación del padre, el primer hijo honraba la posición del padre en la comunidad. En la mentalidad de los contemporáneos de Jesús, el primer hijo era el mejor.
21, 31a: Jesús no hizo la pregunta de rigor a su audiencia, Él hizo una pregunta de fe. ¿Quién hizo la voluntad del padre? En una simple frase, Jesús cambió el enfoque del debate, la posición social de los hijos o la reputación del padre no importaba, lo que importaba era la apertura del corazón.
Mientras Jesús desarrollaba la historia, la pregunta del padre no hacía énfasis en el carácter moral del hijo, pero en el trabajo en la viña. Tal como discutíamos la semana pasada, la viña representaba a Israel. Trabajar en la viña quería decir la cosecha, preparando a Israel para el Reino de Dios. El arrepentimiento era clave para tal preparación. El segundo hijo avergonzó al padre, pero se arrepintió, Él trabajó en la viña y preparó la llegada del Reino.
Solamente el cambio de mente y corazón hacia Dios importa, no la posición social o los antecedentes morales. Es por eso que Jesús pudo decir que los recaudadores de impuestos y las prostitutas entrarían en el Reino con mayor honor que los líderes Judíos. Esta declaración chocaba a la audiencia de Jesús, porque muchos rabinos Judíos sostenían que estos dos grupos eran tan corruptos moralmente que nunca entrarían al Reino. La auto-justicia de los líderes sería totalmente humillada como para estar bajo este desacuerdo en la presencia de Dios. Los pecadores que hiciera la voluntad del Padre se ubicarían sobre quienes rendían servicio de labios al Reino y se vestían con una apariencia de buenos religiosos. 21, 32: Para hacer énfasis en su punto, Jesús recordó a los líderes a cerca de Juan el Bautista. El ministerio de Juan evocaba el espíritu de los profetas quienes motivaban a la gente al arrepentimiento. A diferencia de los profetas, sin embargo, Juan se enfocó sobre el Reino por venir. Su llamado produjo cambios en la vida de las gentes. Sin embargo, ni la tradición profética en la que Juan se apoyaba, ni el poder de sus palabras, ni el resultado de su ministerio produjo cambios en las mentes de la élite religiosa. Inmersos en su propia importancia, ellos no podían o no asimilarían la posibilidad del verdadero cambio moral o el deleite de Dios en tal cambio. Como otros no podían cambiar, tan poco ellos. ¿Qué nos detiene para el cambio moral? ¿Por qué?
El Arrepentimiento Interior La conversión comienza con el corazón, porque solamente en el corazón puede cambiar uno verdaderamente, y, solamente desde el corazón puede un cambio en la vida ser verdaderamente sincero. Cuando Jesús predicó sobre el arrepentimiento, el empezó con el cambio en el corazón. La conversión significa rechazo al viejo modo de vivir y vivir en la esperanza de una nueva vida. Cargado por el peso del pesar y la repugnancia por las acciones pasadas, el corazón del pecador se torna hacia la libertad y la paz de la misericordia de Dios. Sin embargo tal cambio no puede ocurrir sin la iniciativa de Dios, porque, Dios llama al pecador a cambiar y le da fuerzas al pecador para efectuar los cambios en su vida. Los cambios solamente ocurren cuando el pecador le permite a Dios que se haga cargo, de ahí que, la clave para el cambio está en el arrepentimiento interior, en una apertura a Dios y su voluntad.
¿Dónde crees haber oído el llamado del Señor en tu vida? ¿De qué manera está Dios dirigiendo tu cambio? Ora por sabiduría para entender claramente y discernir la voz del Señor y el poder de cambiar.