Evangelio
La justicia del Reino: ¿Cuál es la diferencia entre igualdad y justicia?
¿Cuántos de nosotros hemos sentido que alguien nos ha tratado desigualmente? Hay alguien que haya favorecido a otro y no a nosotros? Todos hemos resistido de alguna manera el dolor de nuestros sueños o nuestras ambiciones negadas. Un tratamiento preferencial puede sentar las bases para tener recuerdos amargos.
Aunque, ¿sirve nuestro tratamiento enfermizo para un bien mayor? ¿Se benefician otros que tienen necesidades? Algunas veces aguantamos tratamientos disparejos en el nombre de la justicia. En el evangelio de Mateo, Jesús presentaba el Reino como un reino de justicia, no necesariamente de igualdad.
Jesús quiso desconcertar y sacar de la mente la idea de que existan méritos que Dios debe premiar. A muchos les parecerá injusto que se dé lo mismo a todos, sin tomar en cuenta sus obras y sus sacrificios; conviene, entonces, mirar más de cerca la parábola.
Jesús establece una comparación, no entre varios trabajadores, sino entre diversos grupos de trabajadores. Es esta una de las parábolas del Reino y cada grupo puede representar a un pueblo o a una clase social y, mientras unos recibieron la Palabra de Dios hace muchos siglos, otros recién están llegando a la fe.
Uno de los mayores obstáculos a la revolución de Jesús es el espíritu de propiedad que se encuentra en todos los grupos, incluidos los religiosos. Los que son herederos de varias generaciones cristianas se creen con derechos y no aceptan que los nuevos cambien las reglas del juego. Y eso no es sólo de hoy día, basta con ver en Hechos 22,22 la furia de la muchedumbre cuando Pablo habla de ir a los pueblos paganos.
En el evangelio de hoy, Jesús habló del Reino como un conflicto. Los obreros en la viña rechazaban la cantidad recibida en pago que el dueño les daba. Esta tensa imagen corrió contra la vista popular del Reino como una festividad pacífica de los fieles en el paraíso. Jesús contó esta historia para hacer énfasis en cómo el Reino difiere de las expectativas de la gente. De acuerdo a Jesús, los fieles, aún los que practicaron su fe toda la vida, no heredaron el Reino.
El Padre dio a sus hijos el Reino como un regalo.
Cuatro imágenes dominaron la parábola:
- la viña,
- el dueño,
- los trabajadores, y
- el salario.
20, 1: Conectada a la primera imagen, el Salmo 80 pintaba la viña como un símbolo de Israel. Dios trasplantó la viña desde Egipto, la plantó, y la vio florecer en las colinas de la región de Palestina. No obstante, los enemigos habían violado los muros de la viña de Dios, sólo para arruinar los frutos. Israel fue la planta en la viña de Dios. Cuando Jesús contó esta parábola del Reino en el contexto de la viña, sus seguidores sabían bien el símbolo.
20, 2-7: Escuchando la segunda imagen, la audiencia de Jesús vio claramente el dueño de la viña como el Padre. Sin embargo, Jesús usó dos variantes en la parábola.
- Primero, la necesidad de trabajadores en la viña era inmediata –más bien, la cosecha llegaba y la viña tendría una producción superabundante. En otras palabras, el Reino era inmanente. - Segundo, el dueño contrató cualquier trabajador migrante en cualquier momento del día para cortar las uvas. Simbólicamente, el Padre escogía a cualquiera, no solamente los educados adultos de la comunidad para el ministerio en el Reino por venir. Las credenciales y la dedicación eran secundarias para el trabajo del Señor. Sólo importaba el llamado del Padre, y su llamado nivelaba el “campo de juego”.
Como trabajadores sin destrezas, ellos vivían cada día en un nivel de subsistencia, justo sobre los indigentes y pordioseros. En áreas donde tales trabajadores podían tener un empleo, ellos se reunían en áreas comunes conocidas por los empleadores. En los tiempos de Jesús, los mercados funcionaban como áreas de reunión. Los empleadores buscaban a los trabajadores, los contrataban sólo por el día, y les pagaban al finalizar el mismo día. Algunos trabajadores viajaban estacionalmente para conseguir un trabajo. Otros permanecían dentro del área local.
20, 11-15: Al igual que Elías y Elisa en la Galilea Antigua, Jesús viajó para hacer su ministerio y dependía de la hospitalidad de su audiencia en material de alimentación y hospedaje. Quiénes vivían más cerca al Señor, vivían una vida transitoria, aún por el más breve tiempo. Cuando Jesús se dirigió en su parábola a sus discípulos, ellos pudieron fácilmente relacionarla con los trabajadores cotidianos, porque ellos vivían tal vida.
Sin embargo el tema de la paga escandalizó principalmente a los discípulos. Imagínense a los trabajadores más fuertes y dedicados recibiendo un pago igual a los otros. ¡Y todavía que les pagaran de último! Más allá del asunto del dinero estaba el trato social. El dueño trataba a esos obreros que trabajaron una sóla hora como el trataría a su propia familia. Quienes fueron contratados al inicio del día fueron tratados como meros obreros. El dueño dio mayor honor a quienes trabajaron menos al pagarles bien y pagándoles primero. El dueño redujo la importancia de quienes trabajaron todo el día al pagarles relativamente poquito y de ultimo. Y, cuando los obreros se quejaron, el dueño los reprendió en público.
20, 16: Jesús tenía un duro mensaje para los Cristianos, especialmente sus líderes. Los discípulos sacrificarían un sentido de justeza por el Reino. Quienes crecieron en la fe se sentirían solitarios. Quienes crecieron en el ministerio se sentirían abandonados. Dios no tenía favoritos en su Reino. Pero tenía una comunidad redimida donde los adultos y los neófitos compartían en igualdad la vida misma de Dios. En verdad, los primeros serían los últimos y los últimos serían los primeros.
¿Cuál imagen de la parábola te impresionó más? ¿De qué manera la injusticia percibida te ayudó a entender tu lugar en el Reino?