Salmo
Una oración en tiempo de aflicción
El servidor de Dios, oprimido por el pecado y angustiado por la muerte, pide la ayuda a aquel que es todo bondad.
En un tiempo u otro, nosotros hemos experimentado la soledad. En esa época, anhelamos por un poco de amistad, y un poco de entendimiento, y otro tanto de paciencia. El mundo parece muy frío, demasiado indiferente a nuestra necesidad. Si alguien, cualquier persona, terminara al menos escuchándonos, nos sentiríamos mejor.
El salmo 86 repite esos sentimientos. Es un salmo de lamentación para un individuo; diferente a muchos otros salmos que utilizan lamentos humanos para simbolizar las condiciones calamitosas de la nación, este salmo si está centrado en uno mismo. El salmo se puede dividir en tres porciones:
- llamada de ayuda,
- declaración de la gloria única del Dios, y
- una declaración del poder de Dios en la vida y la petición final.
El Salmo comienza con un llamado de ayuda de parte de un “pobre y oprimido”, alguien que está en peligro de perder su vida. Sea o no una súplica real o retórica, es sentido el clamor de liberación. El suplicante declara su fidelidad a Dios e implícitamente recuerda al Señor su convenio de amor para su gente –él es amoroso y perdonador, como un patriarca sobre su familia. Si Dios escuchara a toda su gente, razona el salmista, entonces el Señor oiría las peticiones individuales.
La parte central del salmo es una declaración notable del Dios único. La unicidad de Dios y de sus actos difiere radicalmente de cualquier otra deidad, hasta el punto de que no existieran estos otros dioses realmente. El salmista ruega al único Dios y, podría insistir así pues, sobre la adoración universal. Este salmo presenta en verdad una visión monoteísta.
Los versos 86:11-15 responden a esa declaración. El solicitante pide a Dios “enséñame” el camino del Señor –tener el conocimiento de y el esmero a la Ley, para poder sentirse bien como un adorador firme y fiel. El amor de Dios salvó al salmista del borde de la muerte, pero no le salvó la arrogancia. A pesar del juicio que esto pudo causar, el solicitante podía depender de la indulgencia paciente de Dios. Él se inclinó al Señor una última vez para que le confortara y le diera fortaleza, de esta manera, sus enemigos se confundirían.
A pesar de la soledad del salmista, su fe era notable. El permaneció firme en el juicio y esperó en el Señor para que actuara por él. Podemos aprender de su actitud honesta, aún con actitud expectante. Mientras que puede ser que tengamos la sensación de estar abandonados, todavía podemos gritar en voz alta al Señor por una respuesta oportuna. Él nos oirá.
Ruega por los que están solos y deprimidos. Toma tiempo para visitar a un amigo que no hayas visto por un tiempo. Tu presencia puede ser justamente lo que esa persona necesita.