Evangelio
La Revelación del Reino y sus Consecuencias
En este pasaje de Mateo, Jesús se dirige al conocimiento de Dios y las consecuencias de ese conocimiento.
11, 25. Este texto es una revelación de cómo es Dios y quién es Dios, y nos lleva mucho más allá de los “tal vez” filosóficos. Dios renegaría de sí mismo si se pudiera descubrir al cabo de una argumentación. Si Dios es Amor y si está en su naturaleza inclinarse hacia lo que es pequeño, habrá que buscar en esa dirección. Él se manifiesta gustoso en la experiencia común de la gente pequeña.
Estas palabras no pretenden condenar a los sabios y entendidos: con frecuencia Dios se ha buscado servidores y amigos en medios que habían heredado grandes riquezas humanas; sin embargo el conocimiento y la ciencia sin un determinado grado de humildad difícilmente conducen a lo esencial. Había entonces en Palestina algunos sabios y muchos medios sabios, pero no abundaban entre los discípulos de Jesús.
11, 26. Mi Padre ha puesto todo en mis manos. No se debe leer o decir esto demasiado rápido: ¿cuál será nuestra visión del mundo sabiendo que el universo, nuestra civilización planetaria y nuestra jornada diaria sólo tienen sentido “en el Hijo” que se hizo Jesús?
¿Qué significa “todo” en este contexto? Hay dos posibles respuestas: Poder y Conocimiento. A la luz del versículo, el conocimiento es preferido. Jesús estaba alabando a Dios por la revelación que él había recibido de su Padre.
Jesús alababa a Dios –literalmente “reconocía” a Dios en público, por revelar su Reino a la gente común –quienes conocían muy poco, en vez de aquellos quienes pensaban entenderlo todo –es decir, los Escribas y los Fariseos. Esta es la manera que Dios quiso que sucediera.
11, 27. El conocimiento de Dios requiere alguna explicación. Jesús no está hablando meramente de dogma –conocimiento de Dios. Él se dirige a un asunto más profundo: la experiencia íntima con Dios. Una analogía podría ayudarnos a entender este punto. Todos nosotros hemos tenido raras experiencias de encuentros auténticos con otro ser humano. Una reunión donde todos nuestros buenos y malos puntos, todas nuestras fuerzas y debilidades son revelados. La otra persona en el encuentro conoce quienes realmente somos. Si aplicamos esta experiencia a Dios, solamente el Padre y el Hijo se conocen verdaderamente uno a otro. El discípulo de Cristo también conoce al Padre por medio de la revelación del Hijo. Esto mismo es el Reino y lo que significa.
11, 28. El conocimiento de Dios tiene sus consecuencias, porque demanda una respuesta. Para quienes estaban bajo la Ley Judía, el conocimiento de YHWH requería el cumplimiento de la Ley. Como maestros de la Ley de Dios, los Fariseos creían firmemente que Dios castigó a la nación de Judá en toda la historia porque el pueblo ignoraba su Ley. Si la gente se hubiese esforzado para cumplir su Ley, ellos habrían llegado un día más cerca de su reino. Así, los Fariseos añadieron líneas de acción, reglas, y regulaciones que mantuvieron a los fieles lejos de violar la Ley aún por accidente. Desafortunadamente, sus reglas controlaban en exceso la vida diaria.
Jesús contó esta noción con un respiro de aire fresco. Dios proveería los medios al pueblo para que ellos pudieran complacerle. Su Hijo era ese medio. Quienes vienen al Hijo complacen al Padre. Las reglas y regulaciones no eran importantes. La relación con Jesús es importante.
¿Ha sido la fe para ti una carga llena de obligaciones? ¿Cómo puedes renovar una relación con Jesús para que te ayude?
11, 29: De este versículo hay dos traducciones posibles:
a) Aprendan de mí porque soy humilde de corazón. Aprendan de mí que soy humilde de corazón: Jesús se pone como ejemplo. b) Sean mis discípulos porque yo soy un buen maestro. Vengan a mí. No les quitaré la carga, sino que, al imponerles mi yugo, les daré el medio de llevar su carga. Jesús juega con las palabras yugo y carga, ya que los judíos solían llamar carga a la enseñanza divina que se transmite a los alumnos, y yugo a la repetición rítmica de las sentencias del maestro, que memorizaban.
Jesús nos hace descubrir tanto en la vida y en las propias cruces como en las exigencias de la Ley la misericordia de Dios. Sólo Dios es bueno, y buena es la autoridad de Cristo.
La humildad de Jesús nos revela la de Dios mismo que nunca trata de rebajarnos o intimidarnos, sino que por el contrario quiere elevarnos hacia él –Lucas 10,21.
11, 30. El Yugo de Jesús era su Señorío. Cuando alguien le dice “SI” a Jesús, él o ella colocan a Jesús por encima de ellos. Él es el Maestro. El discípulo se convierte en estudiante; pero, por SU bondadosa compasión y su humildad, el Señorío de Jesús tiene el peso del amor, que eleva y refuerza
.¿Cómo es suave el yugo de Jesús? ¿De qué manera ser discípulo del Señor es una ayuda en tu vida?
Jesús alabó a Dios por su revelación y sus consecuencias amorosas. Nosotros, también, debemos darle gracias y alabar a Dios por su Reino y el Señorío de su Hijo.
¿Cuáles han sido las consecuencias de un caminar más cercano a Jesús? ¿Cómo te ha ayudado a vivir una mejor vida cristiana?