Salmo 118
Salmo 118
No moriré, ¡viviré!.—
«La piedra que los constructores rechazaron llegó a ser la piedra angular.» Jesús se aplicó a sí mismo lo de la piedra rechazada (Mt 21,42; 1 Pedro 2,4). Y cuando entra en el Templo, los niños cantan: «Bendito sea el que viene en nombre del Señor.»
Algunos días son tan gloriosos que gritan de alabanza a Dios. La primavera o los comienzos del verano parecen tener su parte de esos días, la luz del sol irradia por todas partes, el frescor de la mañana se siente bien a la piel. Los colores de las flores y del follaje parecen abrumadores. Estos son días de esperanza. En estos días, se siente bien estar vivo.
Algunos Salmos fueron escritos para esos días, especialmente el Salmo 117. Algunas de las líneas más famosas en la Escritura vienen de este canto de alabanza. “Este es el día que hizo el Señor, alegrémonos y regocijémonos en él.” “La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular; esto ha sido hecho por el Señor, y entonces ¿no es admirable a nuestros ojos? El Salmo es más apropiado para el Tiempo de Pascua por su alabanza metafórica.
En el libro de los Salmos, el 117 termina un ciclo de Salmos de alabanzas -112-117. Era recitado con la cuarta copa de vino durante la Pascua y pudo haber sido usado en las Fiestas de los Tabernáculos –La fiesta de Otoño de Succoth. Estilísticamente, muchos versos se repiten como ganchos para motivar la participación de la comunidad. Temáticamente, sin embargo, el Salmo era una oración real de acción de gracias por la victoria sobre las naciones enemigas.
En 117:1-4, la introducción del Salmo se dirige a la nación con un imperativo a la alabanza. La nación –la casa de Israel, los sacerdotes –la casa de Aarón, y los fieles reunidos –quienes temían al Señor, estaban para honrar a Yahveh por su alianza –amor eterno.
La siguiente sección era personal para el Rey. Su oración -117:5-9, era de una esperanza confidente; con Dios a su lado, ¿a quién temería? La fe en Dios era mejor que la fe en su ejército – mortales, o sus comandantes. La respuesta a su plegaria -117:10-14, era un regocijo en la realización de esa oración. La nación –capital de Jerusalén, estaba rodeada, pero la nación prevalecía debido a la providencia divina, no debido a la fortaleza del ejército. La respuesta a la intervención de Dios era un canto de victoria de parte de los israelitas a pesar del intimidante desastre -117:15-18, y el desfile de la victoria a través de la entrada a Jerusalén -117:19-25; el Señor alzó su mano y salvó la nación. "Este es el día que hizo el Señor" puede ser interpretado también como "el día del Señor," un tiempo de Juicio contra las naciones enemigas.
En 117:26-27, los fieles respondían al monólogo del Rey con aclamación; ellos alababan al Rey –bendito el que viene en el nombre del Señor, y continuaban con la celebración directamente en el Templo.
El Rey termina el Salmo con un canto de alabanza –y ¿sacrificio? y un responsorio para alabar al Señor –una repetición del 117:1.
Nosotros no podemos dejar el Salmo sin observar el número de veces que el divino nombre es invocado. Este hecho añadía énfasis al imperativo de la alabanza. Alaben al Señor por lo que ha hecho a la nación. A pesar de estar cerca de la calamidad, Yahveh salvó a su pueblo nuevamente. La repetición del nombre divino trata de igualar el número de veces que el Señor actuó en nombre del Rey y la nación.
El imperativo de la alabanza por la actividad del Señor en la vida debe darnos una pausa. ¿Cuántas veces ha actuado él en nuestras vidas para rescatarnos del desastre? ¿Cuántas veces nos ha dado segundas oportunidades? Si le damos alabanzas a Dios por las veces que él ha intervenido en nuestras vidas, pasaríamos la mayor parte de nuestro tiempo en oración.
No es una mala idea, o ¿sí?
Toma tiempo para alabar a Dios por el día, por su presencia en tu vida, y por sus bendiciones. Haz una lista si es necesario. Esta alabanza te ayudará para observar la bondad de Dios en tu vida.